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Un resfriado fuerte, una fractura inesperada o una enfermedad que requiera reposo pueden parecer situaciones cotidianas, incluso inevitables. Pero para un trabajador autónomo, cualquiera de estos escenarios puede convertirse en una amenaza directa a su estabilidad económica.

A diferencia de los trabajadores por cuenta ajena, los autónomos no cuentan con una red de seguridad sólida cuando una dolencia les impide seguir con su actividad profesional. El problema no es solo físico, también es financiero: los ingresos desaparecen, pero los gastos fijos —como la cuota de autónomo, el alquiler del local, el pago a proveedores o los suministros— siguen su curso sin pausa.

Aunque la Seguridad Social contempla una prestación económica en caso de incapacidad temporal, lo cierto es que esta ayuda es limitada y, en muchos casos, insuficiente. Durante una baja por enfermedad común o accidente no laboral, no se percibe ninguna cuantía hasta el cuarto día de la baja. A partir de ahí, la prestación es del 60% de la base reguladora, subiendo al 75% solo si la baja se prolonga más allá de tres semanas. Y esto siempre que se haya cotizado correctamente, ya que muchos autónomos lo hacen por la base mínima. ¿El resultado? En esos casos, apenas se reciben 270 euros al mes, una cantidad muy alejada de los gastos reales que cualquier pequeño negocio debe afrontar.

La situación se agrava si la convalecencia se extiende en el tiempo. La normativa fija un límite de hasta 545 días para la baja médica, pero la incertidumbre económica puede hacerse insostenible mucho antes, poniendo en jaque la continuidad del negocio e incluso obligando al autónomo a abandonar su actividad.

Una herramienta para protegerse: el seguro de incapacidad laboral temporal

En este contexto, contar con un seguro de incapacidad laboral temporal (ILT) puede marcar la diferencia. Este tipo de póliza está diseñada específicamente para ofrecer una indemnización diaria al trabajador en caso de no poder desarrollar su actividad por una enfermedad o accidente, permitiéndole mantener su estabilidad económica mientras se recupera.

Los seguros de ILT pueden adaptarse a las necesidades de cada profesional, incluyendo coberturas con o sin baremo, indemnizaciones por hospitalización, asistencia médica e incluso prestaciones adicionales como compensaciones por parto o invalidez permanente.

Además de la tranquilidad que proporciona, este seguro ofrece ventajas fiscales para los autónomos. En la declaración de la renta, es posible deducir hasta 500 euros anuales por las primas pagadas, siempre que se tribute en régimen de estimación directa y la póliza esté vinculada a la actividad profesional. Esta deducción puede representar un ahorro significativo en la carga fiscal del autónomo.

Otra de los temas a tener presente para tener el seguro que más se adapte a tus necesidades es contar con un buen asesoramiento a la hora de informarse y contratarlo. Por eso, en Álvarez Real te ayudamos a encontrar la cobertura que mejor se ajuste a tu actividad, para que puedas centrarte en lo más importante: tu recuperación y el bienestar de tu negocio. Porque cuidar de tu salud también es proteger tu forma de vida.

Álvarez Real
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